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La desobediencia: Andrés Hurtado

Opinión
Controversia- Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan
Un buen consejo para esta cuarentena y la posibilidad que nos brinda de reflexionar, recapitular, aprender, ensanchar la mirada sobre los conceptos, tener una visión más holística de las instituciones, las normas, las personas y los liderazgos de verdad es del que dio hace unos días Andrés Hurtado, públicamente.

Hay que reconocer que este sí sabe lo que dice, tiene conocimiento, liderazgo real en su área, una sola línea entre lo que dice y hace o exige que los demás hagan; es respetado, admirado, un hombre brillante en sus ejecutorias hasta el momento. Además, de haber hecho una excelente recomendación de lectura para esta cuarentena y puesto a mirar otra vez hacia los clásicos de las ciencias sociales y sus profundas reflexiones sobre lo que significa ser humano, más allá de este neocapitalismo, neoconsumismo, neocolonialismo rampante y enfermo por el “poder” y la plata de los personajillos públicos de hoy.
Gracias totales –como diría el gran Charly- a Andrés Hurtado García, ecologista y fotógrafo, por traer a la memoria y obligarnos a releer a Henry David Thoreau, con todos sus aportes sobre la desobediencia; más exactamente de la desobediencia civil como se le llamó a su aporte conceptual, a raíz de la conferencia que publicó por allá en 1849, pero muy vigente para esta coyuntura de normas impuestas a la brava, inequitativas, abusivas y desobligantes para con buena parte de los  colombianos enviados a enfermarse a partir de hoy.   
Desobediencia civil y resistencia pacífica, entiéndase sin violencia, de la protesta legítima no violenta, fue la semilla de reflexión y del accionar descrito por Thoreau, que como lo citan los textos inspiró a Gandhi,  Martín Luther King, Malcolm X, Lluís Maria Xirinacs y más recientemente a los ciudadanos asfixiados por la desigualdad económica y medidas arbitrarias de protección excesiva a los bancos, al gran capital y aumento de impuestos o la disminución de subsidios en Chile, pero que inició con la llamada “revolución de los pingüinos” en el año 2006 para proteger a Patagonia de explotación de aguas y germinó los años 2018 y 2019, con la exigencias de reformas al Estado en beneficio de las clase media y trabajadora; igual que sucedió con los llamados “chalecos amarillos” de Francia, movimiento que se extendió a Bélgica, Alemania, Italia, España y los Países Bajos, que se sintieron incluso hasta febrero pasado. También, inspiró las que se presentaron en los propios EEUU contra la banca y las inmobiliarias hace algunos años.
Todas, con el común denominador del pensamiento colectivo frente a la inequidad, los abusos del poder y decisiones absurdas, rica en gestos de protesta ante el establecimiento dominante y formal considerado injusto y cerrado al debate público y democrático.
Esa desobediencia civil establece diez principios: Un proceso simbólico y pedagógico; individual, pero con vocación de masas; movilizador, ejemplarizante, pedagógico; con valor simbólico de denuncia pública; fundamentalmente no violenta; centrada en ámbitos donde el poder no espera que le reten; orientada a fines concretos; sostenible en el tiempo de forma indefinida; políticamente coordinada y referida a una ética superior.
 “¿Qué significa ser libres del rey Jorge IV y seguir siendo esclavos del prejuicio? ¿Qué significa nacer libres e iguales y no vivir? ¿De qué sirve la voluntad política si no es como medio para alcanzar la libertad moral? ¿Lo que nos hace sentir orgullosos es la libertad de ser esclavos o la voluntad de ser libres?», se preguntaba Thoreau en su diario en 1851. “¿Ante la presencia de leyes injustas ¿debemos obedecerlas? ¿O debemos hacer un esfuerzo por modificarlas?” continuaba con sus inquietudes por entonces, que parecen totalmente ajustadas a nuestro tiempo.
Fundamentos, jurisprudencias se han desprendido de esa postura del escritor, que bajo las circunstancias actuales se hacen más pertinentes y ajustadas para retrotraerlo, ya que fue incluso el sustrato de doctrinas como la objeción de conciencia y la desobediencia fiscal en algunos países.
Por eso, de nuevo gracias a Andrés Hurtado, a Andrés Hurtado García, por este recorderis para enriquecer los conocimientos; tal vez su homónimo de Ibagué, quizás, algún día, pueda aportar algo así, no interesa si es una sugerencia o un buen ejemplo, digo yo. No lo olviden, recomendado leer a Thoreau. Los va a enriquecer intelectualmente.

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